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02 julio, 2012

MI PRIMER VIAJE DE MOCHILERA PARTE I

Recuerdo hace algunos años antes de comenzar a estudiar en la Universidad, tenía una vida bastante promedio en cuanto aventuras se refiere. Había tenido una infancia muy feliz que incluían viajes por todo el país, siempre nos hospedamos en hoteles, las aventuras todo terreno o acampar no estaban dentro del vocabulario de mis papas. Pero disfruté de jugar con mis primos todas los días de descanso en donde nuestras mentes volaban imaginando que eramos princesas con nuestros enormes castillos, recuerdo que aveces me decían que vivía en mi burbuja rosa o recuerdo la casita de madera en la que teníamos una cocina con todos los accesorios hechos de plástico hasta una licuadora. Pero al entrar en la Universidad todo eso cambió nunca me imagine que mi vida fuera a ser tan diferente y  que viviría tantas aventuras que la mayoría de personas ni siquiera lo llegan a imaginar. 

LA UNIVERSIDAD

La persona más indecisa del mundo, creo que así me deberían de llamar. Ya me había graduado de bachillerato y ahora me tocaba escoger una carrera en la Universidad, la carrera que me acompañaría por el resto de mi vida. Debo decir que no fue una elección nada fácil siempre me habían gustado las matemáticas por lo que todo el mundo me decía que siguiera una Ingeniería o Economía, pero yo recordaba que tenía una pasión por la ciencia y algún día quería ser una reconocida científica así que entre a la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacia estudiando la carrera de Química Biológica. Pero como se imaginarán durante el siguiente año me cambie de Química Biológica a Química Farmacéutica y termine con la carrera de Biología. Me preguntan que si me arrepiento de esa decisión, por el momento no porque gracias a la carrera de Biología pude recorrer mi país como nunca antes lo hubiera imaginado.

EL PRIMER VIAJE DE MOCHILERA

Realizamos tantos viajes que no me recuerdo el orden de estos, e incluso me costó recordar cual había sido el primer viaje pero conforme voy escribiendo los detalles van fluyendo. Recuerdo que nos habían dejado un trabajo de recolectar algas marinas por lo que mi grupo de clase decidió que era necesario hacer un viaje a Quehueche cerca de una isla llamada Livingston. Así que empaque mi mochila nueva con mucha ropa y otras cosas que hicieron que mi mochila pesara tanto que apenas la podía levantar. Y salimos rumbo aquel lugar paradisíaco, el viaje fue normal, en la noche nos quedamos en un hotel y aprovechamos para contemplar la luna y conocernos mejor ya que el grupo estaba conformado por más de 20 personas. Tuvimos que dormir allí porque para llegar a nuestro destino teníamos que tomar una lancha, así que esperamos hasta que fuera de mañana.


Tenía un pavor a las lanchas porque las olas del mar hacía que saltará y según recuerdo no teníamos salvavidas, paso mi tormento al fin llegamos a aquel lugar tan hermoso. Una amiga de una mi amiga nos prestó su casa de playa para que la utilizáramos durante nuestra estancia. Al salir de la lancha se miraba aquel lugar con la arena blanca donde se refleja la luz del sol y en la parte delantera de la casa de playa estaba una pequeña piscina de color azulada. La casa de playa no era exactamente una casa de playa, más bien era un techo hecho de madera de dos niveles pero sin paredes.  

 



 

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